domingo, 20 de abril de 2014

¿Viajas sola?

Desde que surgió la idea de irme de viaje a Cartagena en primer lugar y después a Bogotá, el proceso y la decisión final fue un acto de determinación conciente y debo decir temeroso. 

Sentía una cierta angustia y temor el irme de viaje. Si bien viajar es una de las actividades que me encantan hacer, este caso fue particular porque aún antes que la amiga que iría conmigo me cancelara inesperadamente, yo ya sentía un temor inexplicable; había algo que no me convencía. En el silencio de mis noches me preguntaba si esta sensación de angustia o miedo era una señal de que algo saldría mal durante el viaje. Cuando recibí la noticia que mi amiga cancelaba los planes de viajes asumí que era una muestra más que evidente que no debía irme, aunque lo deseara con todas las ganas, aunque lo necesitara desde hace mucho tiempo. 

Viajaría sola y aunque en lo personal, todas las veces que he viajado sola me ha ido de la pm debo confesar que a lo que más temía era que a) esta vez no estuviera en el estado anímico/ emocional para irme de viaje sola con todo lo que ello conlleva, b) que por la primera razón, no descansaría como yo quisiera, es decir abandonarme a las fuentes de la procrastinación rodeada de olas de mar, sol y calatos y c) a qué me hicieran la pregunta de ¿viajas sola? y yo no supiera que contestar por miedo a que se trate de un intento de secuestro o violación o porque, seguida a esa pregunta vea dibujada en la cara de mi entrevistador una expresión de sorpresa, una mezcla de asombro, miedo, pregunta o cuestionamiento. 

Sin embargo, me fui de viaje a Bogotá y a Cartagena,  y en el transcurso mis temores se hicieron realidad aquella pregunta a la que tanto rehuía me la preguntaron no una sino mil veces. No hubo calatos de por medio aunque sí sol, playa y mucho mar.

(...)

Ahora  que estoy en Lima, debo confesar que, en parte y muy dentro de mi, escribo este post porque tengo ganas de decirle a la gente que me hizo esta pregunta, que no se preocupen y que no me miren como bicho raro al viajar sola, que estoy bien, que he vuelto a disfrutar de mi soledad como no lo hacía desde hace mucho; que he sido Yo, no Jessica, ni Jecca ni Jess simplemente Yo, con sus subidas y bajadas; que he compartido sonrisas con extraños con los que me he cruzado en plena Av. Sétima en Bogotá; que, por distraida, casi me meto a un baño de hombres  en el Museo de Botero y la vigilante saltaba por todos lados para avisarme que no entrara ahí; que he visto el cariño de Jesús y Alex (los dueños del hostel en el que me hospedé en Bogotá) al prestarme su polera por todo el viaje y darme frazadas de frazadas porque no soportaba el frío de Bogotá y no tenía ropa de invierno; que me he reído sola después que un mesero en la cafetería del Planetario me dijera al enterarse que buscaba la Av. Sétima, con su mirada fuerte y disimulando su preocupación, "Acá en Bogotá, con seguridad!!!, con seguridad!!!!!". 

Que me he sentido querida cuando Cecilia y Carlos me llevaron a San Andrecito para comprarme medias y guantes y Cecilia regateaba los precios. Que he admirado el profesionalismo y el amor a su carrera de José Antonio durante el paseo en las instalaciones de "El Tiempo", que aprendí del "Bogotazo" mientras practicaba su discurso antes de salir en televisión.  Que sí, que me sentí expuesta en Cartagena y  tuve miedo, especialmente a todos los vendedores que no entendían el significado de la palabra "No, gracias" y me rodeaban insistiéndome que les comprara sus productos. Que me he sentido agradecida con la familia chilena que estuvo a mi lado en la playa Bocagrande y cuya madre me dijo "Te guardamos tu cartera, mete todo nomás y ándate a bañar tranquila... me dices cómo está el agua po".  Que me sentí una colombiana más cuando usé la aplicación que me recomendó José Antonio para llamar a un taxi seguro. Que me sentí en confianza y me divertí demasiado cuando Carlos (argentino de nacimiento pero colombiano de corazón) nos llevó a la zona T de Bogotá  y en pleno Irish Pub me dijo "Mirá nena, no me dirás que acá es más bonito el ambiente que en la Candelaria...andá tomá una cerveza que de acá nos vamos al barrio de Usaquén"; que me sentí comprendida cuando de emoción y en un impredecible acto de espontaneidad me puse a gritar como loca al ver el logo del Banco en el que trabajo y Carlos, tan buena onda, me dijo "Pasame la cámara" y le tomó foto al logo. Que me sentí en familia cuando saliendo de comprar , comenzó a llover a cántaros y Cecilia me tomó del brazo y abrió su paraguas para compartirlo conmigo. Que recordé los viajes que hacía con mis amigos, cuando Sandra y Pilar (colombianas de Chía a quien conocí en el tour a las Islas del Rosario) me despertaron a decirme "Jecca ya vino el  yate para recogernos, despierta!"

Después de todo lo vivido, puedo decir que viajar sola es un constante reto y llamado a la adaptación y a las nuevas experiencias, es salir de tu zona de confort constantemente en cada minuto que transitas en una ciudad grande como Bogotá como en una playa turística como es Bocagrande. Es una prueba, sí, a tu estado emocional y a tu carácter en lo más profundo de tu ser, es ahí cuando realmente te conoces y sacas tu esencia, atrás se quedaron las poses profesionales necesarias e impuestas en tu diario vivir, atrás quedaste tú y tu vidita cómoda en un barrio de Miraflores. Lo más curioso es que una vez que dejas todo eso de lado te reencuentras contigo misma y te das cuenta que eres la misma persona y eres feliz porque te das cuenta que eres más fuerte y que puedes descubrir lo nuevo del mundo en cualquier lugar. 

Descubres que tu alma ha vuelto a estar en paz contigo misma y te puedes regresar feliz para encontrarte saliendo del aeropuerto con el Sr. Pantoja (acompañante de todas las mañanas) para recibir un saludo afectuoso y que te digan "Qué gusto escucharla señorita Jessica" y es ahí donde te das cuenta que durante todo el viaje sola que hiciste realmente no estuviste sola del todo, que te acompañaron Alex, Jesús, Cecilia, Carlos, José Antonio, Sandra, Pilar, la familia chilena y sobretodo, te acompañó Jessica.


domingo, 6 de abril de 2014

Conexiones

Sentados en la sala de su departamento un sábado por la noche, dos copas de vino, comienza la canción "Follow you down" de los Gin Blossoms:



Al instante El le dice: Esta es una de las canciones que ponía cuando me quedaba los sábados por la noche haciendo radio. Es una de mis top 5.

Ella: Así? No estoy muy segura  pero creo que esta canción es parte del soundtrack de una comedia romántica. No me acuerdo el nombre exacto pero en la pela tiene un ritmo más rápido, más rockero. 

Ambos se miran con la sorpresa y complicidad de que acaban de  descubrir  algo más en común que los une, una coincidencia mágica que recordarían después. Se besan.

(...)

Años después, mientras Ella hace zapping, la sorprende una canción conocida y una última escena de una comedia romántica. Al fin, Ella recuerda el nombre de la película y ese preciso instante en que esa película, esa escena y esa canción  quedarían grabados por el resto de su vida.

Era sábado por la noche.

La escena: