domingo, 14 de noviembre de 2010

Lentes empañados

Tal como se lo imaginaba, como lo presintió, los lentes se le empañaban y por cada brazada que daba se le empañaban más y más, nada parecido a la neblina que se apodera de la mañana en pleno invierno acompañada con un olor a mar incomparable. Esto era diferente, era una neblina muy pegada a sus ojos con un olor a cloro constante, caliente, que apenas le permitía distinguir las figuras que ingresaban al recinto. No se quejaba, lo toleraba, tal vez, de cuando en cuando, se sacaba los lentes y los enjuagaba en el agua de la piscina en un intento inútil de que se limpiaran para seguir nadando en incontables vueltas a la piscina. A ella, ciertamente, no le disgustaba nadar.

Entre las figuras que distinguía se encontraba una silueta femenina que la observaba con cierto apego, paciencia, muchas veces vestida de azul, inmóvil...muy paciente, maternal. Ella, ahí, con los lentes empañados sabía que aunque no pudiera totalmente distinguirla, aquella figura le devolvía cada mirada con una sonrisa que provocaba que ella nadara lo más rápido, lo más fuerte posible, igualando a los niños que se esfuerzan por terminar la tarea y salir a jugar.

Ella se apresuraba para dejar los lentes empañados percibir que la esperaban e irse a casa a descansar con la figura azul que la miraba como asintiendo cada esfuerzo que hacía, cada estilo practicado, cada brazada bien lograda. La hora se pasaba rápido si nadaba más fuerte.

Sin embargo, cuando los días y los años se fueron llevándose mucho y dejando muy poco, ella siguió nadando con los mismos lentes empañados, con la misma bruma muy pegada a los ojos, con las mismas figuras irreconocibles que entraban y salían, con el mismo olor a cloro muy caliente y con la misma figura azul acompañándola haciéndose más presente por cada vuelta nadada, cuando más se empañaban los lentes. Ahora, no había prisa por salir de la piscina, por nadar más rápido, por quitarse los lentes e irse a casa, ahora, ella quería quedarse con los lentes empañados por el resto de su vida.



domingo, 15 de agosto de 2010

Con muchas preguntas

Con menos preguntas (y quizás más paciencia) ahorita sería una abogada exitosa asociada a un importante estudio de abogados en Lima, estaría rodeada de gente muy inteligente, muy "capa" , tendría más plata, ya tendría carro quizás una 4x4 que están tan de moda y que "todo el mundo" las tiene, mis fines de semana estarían ocupados por invitaciones a los lugares más "fashion" con entrada vip más, mis conversaciones abarcarían el gran tema Trabajo, estaría estudiando una maestría en Derecho acá en Lima (porque irme al extranjero significaría inconscientemente salir de mi espacio, de mi zona de confort) alegando que tengo mucho trabajo, muchas responsabilidades, mucho todo ..mucho nada.

Con menos preguntas, estaría a punto de casarme porque ya toca, porque la rutina y la costumbre y el tiempo así lo amerita, porque a mis 28 años inexplicablemente sentiría que "se me está yendo el tren", porque los dos nos conocemos tanto (o tal vez nada) y hemos pasado tanto (o tal vez nada) que tendría un miedo increíble a sentirme de nuevo sola y volver a comenzar desde cero, porque sentiría que mi tiempo invertido se está yendo a la basura y ESO no puede suceder.

Sin embargo,

Hice muchas preguntas..y pensé demasiado y aquí estoy…. con muchas preguntas.

Con muchas preguntas, estoy terminando una segunda carrera que me encanta y me fascina.

Con muchas preguntas, me fui a Australia y regresé porque sucedió que no era lo mío.

Con muchas preguntas, estoy rodeada de gente muy inteligente, sí, pero que me hablan de música, de cómics, de teatro de todo y que me enseñan mucho.

Con muchas preguntas, tengo conversas y risas en la puerta de mi casa, en el bar cercano, en el parque, en el malecón y soy feliz.

Con muchas preguntas, decidí conseguir el trabajo que quiero ya.

Con muchas preguntas, camino mucho, escucho música, leo más y quiero más.

Con muchas preguntas, no tengo miedo a quedarme sola ni a empezar todo de nuevo.

Y así seguiré con muchas preguntas… siempre.


lunes, 3 de mayo de 2010

Ironía

El y Ella salían del cine. Ella observa una pareja de enamorados besándose. Esa escena ya la había visto muchas veces pero ahora la sensación que le daba era muy distinta, antes sentía una especie de ternura salpicada con un poco de pena y añoranza. Sin embargo, ese lunes había traído consigo muchas sorpresas entre ellas las de una sensación diferente ante una escena por demás conocida, sin pensarlo mucho Ella pregunta

¿Alguna vez te ha dado celos el mirar a una pareja de enamorados besándose?

El: Sí muchas veces, una envidia mas o menos "sana".

Ella: Si yo también.

El y Ella se miran, se sonríen, cambian manos por abrazos y un beso volado se cuela para durar unos segundos y terminar con El diciendo,

Pero la envidia, ahora, somos Nosotros.

….

Una semana después en plena tarde de domingo, Ella toma café y observa una pareja de enamorados besándose, no hay abrazos, no hay manos, no hay voces, sólo el silencio que se confunde y se ahoga con el ruido de las risas, de los besos, de las manos, de los abrazos de la pareja que ella observa. Efectivamente, la sensación es distinta es doblemente más intensa que otras veces, la ternura y la añoranza, ahora, han desaparecido y la envidia, una vez más, son Ellos.