domingo, 16 de agosto de 2015

Cuando nado



Inspirada en una columna de María Jesús Espinoza del diario El País de España


Cuando nado, cuando estoy sumergida en el agua y veo bajo ella el solo movimiento de piernas y brazos de mis compañeros , cuando solo siento el ritmo de mi corazón y de mi respiración y es como si fuera una canción muy personal, muy mía la que me acompaña en esos 25 metros de largo. Un mundo en el que están prohibidas o, mejor dicho, sobran las palabras, en el que siento que mis manos se estiran y no me duelen, mis caderas se abren sin mucho esfuerzo y mis articulaciones no rugen, en el que me siento más fuerte, más flexible, el lugar donde mi pecho se infla y mi torso gira de izquierda a derecha al ritmo de esa canción mía que me acompaña. No necesito música de fondo ni audífonos de iphone, me sobra y me basta la única canción que he de componer durante toda mi vida. Me he vuelto música bajo el agua.

Cuando nado y en el interín observo al extremo de la piscina a todas las panzonas con sus saltitos disforzados y grititos engreídos y las miro con cierto hartazgo diciéndome a mi misma que, al final de la clase, el vestidor ha de estar reventado con tanta panzona junta creyéndose la encarnación de la Madre Tierra convirtiendo el vestidor en un lugar tan lento y tan gordo. Muy gordo. Y al darme cuenta de mi ensimismamiento vuelvo a zambullirme en el agua y dejo correr mi imaginación pensando en que, quizás, cuando tenga a mi hijo en mi vientre no me han de ver haciendo saltitos y grititos me van a ver aquí, nadando, compartiendo el mismo ambiente en el que él se ha de encontrar, volviendo al inicio, cuando yo también me encontraba sumergida en el vientre de mi madre, creándome bajo el agua. Me he vuelto bebé de nuevo bajo el agua.

Cuando nado y dejo correr mis pensamientos y comienzan a aparecer frases perfectamente creadas concatenadas unas a otras, frases cautivas cuyo único testigo en su creación es ese mundo acuático que me acompaña, porque al salir a la superficie se me olvidan y ya no me acuerdo nunca más de ellas, como si hubiera sido uno de esos sueños tan claros y precisos y que al despertar no sabes de qué trataron pero recuerdas el sentimiento que te dejaron. Cuando nado sueño y me vuelvo escritora y sueño que me siento un día domingo a las 11:00 pm a escribir aquellas frases que tímidamente logro recordar de cómo me siento cuando nado.