domingo, 15 de junio de 2014

Crónicas Mundialistas

inspirada en una columna de Jeremías Gamboa


"¿Cómo te encuentra este Mundial?" le pregunté a una amiga un día antes que empezara esta fiesta que se renueva cada cuatro años. Mi amiga me miró con cara de no tener la menor idea de lo que le estaba hablando y me respondió sin más "Ni me acuerdo del  Mundial anterior" soltando una carcajada que nos hizo reír a las dos. 

Sin embargo, ahora que me asaltó la interrogante me pregunto a mi misma ¿Cómo me encuentra este Mundial?. Recuerdo perfectamente el Mundial 2010 y recuerdo perfectamente, también, el Mundial 2006. Del resto de mundiales no me acuerdo de absolutamente nada. 

El Mundial 2006 me asaltó trabajando en un Banco que hoy ya no existe, en un ambiente hostil, artero y que espero nunca volverme a topar. Entre aquella jungla de personas y encargos nos dábamos un tiempo para ver minutos contados del partido antes de volver al stress de todos los días. Pude ver el cabezazo que le dio Zidane a Materazzi en el partido de la final, por razones que hasta ahora se desconocen. ¿Hasta ahora me pregunto qué le habrá dicho Materazzi a Zidane para que éste reaccione así en el último partido de su carrera?

Por mi parte, acababa de salir de la universidad directamente a trabajar como abogada contratada, recuerdo que, en esa época, sí gustaba mi carrera pero, ahora que lo pienso, me gustaba por las razones incorrectas, para complacer al resto; a mi jefe, a mis compañeros, a un ego recién formándose. Adoraba que todos quedaran impresionados con el mejor análisis jurídico, adoraba destacar y que vean en mí un futuro promisorio, una abogada de estudio en ciernes, una gran profesional. Vivía para trabajar hasta altas horas de la noche, tratando de seguir un modelo auto impuesto aunque en el fondo una voz casi inaudible me susurrara al oído lo que mi mente se negaba a aceptar, aunque en el fondo esa voz argumentaba como el mejor abogado mil y un razones para no seguir. No escuchaba música ni escribía, eso era para tontos. 

Hasta que un día, en el 2007, mi cuerpo explotó así sin más, sin mayor explicación que la soberanía de sí mismo. Sin aviso previo ni alerta, explotó para decirme que me estaba matando y que lo estaba llevando de encuentro al seguir un guión para el que no había nacido. Sin mayor preámbulo, mi cuerpo me increpó que ya no daba más, que estaba cansada, que se zurraba en mi ego y en mis razonamientos dañinos. Mi cuerpo se puso en huelga y yo no pude hacer nada.  

En el Mundial del 2010 yo ya había dado la vuelta al mundo, me había separado de aquellos amigos que habían sido amigos pero que ya habían cumplido su ciclo, me había enamorado y me habían roto el corazón. Mi corazón, sin embargo, seguiría atado por bastante tiempo. Ya no ansiaba encajar en ningún perfil y en ningún guión, creo que fue por eso que muchos a quien yo consideraba amigos en el 2006 se fueron alejando. Había cambiado. Era dueña de mis fracasos y mis aciertos y entre aquellos minutos del partido entre Uruguay y Ghana en que Suárez tapa la bola y lo expulsan, yo estudiaba una maestría en Periodismo y Comunicación Digital en la Universidad Carlos III de Madrid en un intento de encontrar mi rumbo, mi propio guión, mi propio perfil. Escribía y escuchaba música. La amaba.

El partido de la final entre España y Holanda me sorprendió saludando y felicitando a amigos españoles por el campeonato, sintiendo su ganancia como si fuera la mía, participando de su alegría al igual que ahora participo de su congoja. 

Este Mundial 2014, me encuentra trabajando, irónicamente, en un Banco, participando de la Polla Mundialista y viendo cada partido en la Sala del Directorio comiendo pizza con todos y debatiendo cada jugada y cada gol. Escribo. He publicado en México y España, y soy columnista para un revista en E.E.U.U. Muero por publicar en Lima. He hecho radio y también fotografío conciertos de bandas tributo.  Mi corazón está tranquilo y sereno. Mi voz se ha vuelto más sonora, ya no es un abogado argumentando sin cesar las razones para no seguir. Ahora, mi voz es aquella canción que me acompaña todos los días y me recuerda mi búsqueda. Tengo amigos valiosos que me aceptan y me estiman tal y como soy, que me aguantan mis frickeadas y sobretodo, me acompañan en mis anhelos y en mi impaciencia aunque, como mi amiga, muchas veces no entiendan mis preguntas filosóficas a mitad de la tarde.

¿Me pregunto cómo me encontrará el Mundial 2018?. Por ahora, me conformo en saber que la vida así como el Mudial es impredecible, sin patrones de por medio ni estadísticas. No hay certezas ni lógicas, no hay supuestos ni hay consecuencias. Es un albur en el que cada jugador tira su moneda al cielo y dice para sí "y que sea lo que sea".