martes, 12 de noviembre de 2013

De Ella y la Otra

El y Ella terminaron.

El siguió con su vida y nunca más volvió a saber de Ella.

Ella le guardó luto, no con llanto ni llamadas a las 3:00 a.m. No con borracheras ni juergas interminables. Ella decidió llevarlo consigo en cada canción que escuchara, en cada oración que escribiera, en cada película que viera.

A partir de ese momento, los gustos de El serían los gustos de Ella y cada vez que escuchaba a Drexler, Cerati, The Killers sería como evocarlo una vez más, como si El estuviera con Ella viendo la misma película o escuchando la misma canción, sus comentarios, sus exclamaciones.

(...)

Pasó el tiempo. Ella se apropiaría de cada canción escuchada, de cada película y de cada palabra escrita.   Nunca más sería la misma. Ahora, Ella era Otra. Una Otra segura, definida, con pasiones que comenzaron siendo ajenas pero que ahora eran muy suyas. Una Otra absoluta y enteramente nueva.

Ella y esa Otra, nunca se darían cuenta que, aquellas pasiones que fueron cultivadas exclusivamente por El y para El serían cosechadas, compartidas, vistas y escuchadas con Otro, un Otro absoluta y enteramente nuevo.

Fin.